La U se parece un buen poco al colegio, por extraño que suene decirlo. Es bien cómico como la gente se "traslada" y casi no cambia. Es la misma cuestión, oigan. Tengo compañeras choras, sí, buena onda ellas, se pasa el rato bien, se pasa el frío y el hambre más facilmente (y no es que me encuentre todo el tiempo en condiciones paupérrimas, pero cuando las hay, las hay)... También los tramos se hacen más cortos y el café más conversable. Lo veo todos los días y las cosas están igual y están cambiando y eso es bueno y me gusta, me gusta la evolución minuciosa en estos aspectos. Me gusta odiarlo y al verle la espalda arrepentirme hasta la última palabra de haber abierto la boca. Mis amiguis de lejitos ahí están, lejos, ojalá leyendo esto que es para ellas y que me esperen que ya voy. Para launa, no más pena, no más lamentos, si más proyectos, si pesssho en alto, si caja en la bodega. Para la otra, aparece, maldita sea, hijita linda, oí que estás contenta feliz, espero que las flores duren mucho tiempo en el agua. Os amo os adoro sureñas condenadas.
A todo esto, el título este, es porque igual me dan como ganas de no ir algunos días a complir con mis deberes de universitaria n'stuff y quedarme durmiendo sola (o acompañada) y eso no e'weno, no.
Como dato rosa, no saben lo bueno que es irse a donde uno se tenga que ir con animales; mis tortugas, lejos la mejor compañía y d.box que pueda encontrarse en el mercado, lejos. El otoño apareció su cabezota y su cara de loco por mi ventana, por las calles largas que parecen no terminar pero me demoro poco en recorrer (y sin correr ni nada), entrometiéndose con el viento y dejando indefensas a todas las hojas propensas a ser pisadas con éxtasis por mi misma. El otoño apareció, pero no así la condenada lluvia: Una de las principales causas por las que decidí venirme para acá. Y, por murphy, ni una gota, ni un escupito de ángel o pipí de gorrión o quien sabe ha caído sobre mi pelo díapormedio limpio.
Terminé mi primer ensayo recién, hace unos días tuve mi primera nota (5.0, ja) y el pijama cobra más sentido aún para la humanidad, no así las mañanas tipo 8.30 o las escaleras tipo 7mo piso, amén.
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